Estimado
profesor don Francisco:
Le
escribo estas líneas en agradecimiento a su labor como docente. Las asignaturas
que usted llevaba en el Grado de Español: Lengua y Literaturas me ayudaron a
convencerme para ser profesor. Cuando llegué a la Universidad de Alicante
dudaba en si serviría para dedicarme a la enseñanza y -gracias a sus consejos,
su ayuda en motivarme y su forma de enseñar- terminé por decidirme del todo. Tengo
que comunicarle que actualmente estoy matriculado en el Máster de Educación
para lograr mi objetivo, y todo lo que me aconsejaba en relación a la labor del
profesor lo estoy viendo reflejado en lo que nos dicen los docentes de las
asignaturas del máster. Ser profesor es todo un reto complicado, no cabe duda,
y supone tener vocación además de ciertos conocimientos de la psicología de los
adolescentes. En este momento me acuerdo de mi padre que fue docente durante
toda su vida. Yo iba como alumno al colegio que él dirigía, y, por tanto, mi
vida está vinculada a los centros de enseñanza desde que tenía cuatro años. He
de reconocer que sufrí acoso escolar como tantos otros niños y que pasé de ser
un alumno que sacaba muy buenas notas a empezar a fracasar en los estudios y en
mis relaciones personales. El tiempo pasó y superé todo aquello, retomando mi
aprendizaje escolar ya de adulto. De hecho, empecé la carrera con treinta y
cinco años, pero nunca es tarde como usted dice, profesor. Al plantearme cómo
actuaré cuando yo lo sea, me viene a la memoria lo que usted ya sabe de ese
acoso, habitualmente expresado hoy en día con el anglicismo bullying.
Por este motivo, a la pasión que me hizo sentir con la poesía y a los aspectos
lingüísticos que debe conocer un alumno, tengo que añadir que también me motiva
ser profesor para intentar evitar que los niños y adolescentes sufran acoso
escolar. Sé que no es nada fácil hacerlo, pero si consigo ayudar en ese aspecto
al menos a un alumno, mi tarea de docente será totalmente plena. Ayer me
gradué, ya sabe que por la pandemia no tuvimos acto, y me acordé mucho de
usted. Hoy me he levantado con la ilusión de mandarle estas líneas y reiterarle
lo que ya le dije en persona en su momento: “Le estaré agradecido toda mi
vida”.
Reciba
un cordial saludo de su alumno que le aprecia:
José
Pérez Iborra.